Pensamientos de una suicida
Solo te puedo tener en sueños así que cierro los ojos, con la esperanza de verte.
…
Los abro de nuevo.
Y con el agua que baja por mi garganta un frio recorre cada nervio de mi cuerpo.
Al cabo de un rato siento como las voces en mi mente se apagan y entumecen mis pensamientos.
“Por fin algo de paz”-Pienso-.
Pero me cuesta vislumbrar tu rostro o si quiera imaginarlo; de repente las voces vuelven, gritan por ayuda, un pánico me invade: me niego ante la idea y lucho, lucho pero me aferro a tu recuerdo.
"¿Acaso es miedo lo que siento? o ¿Arrepentimiento? no, nada de eso".
Los parpados pesan, las ideas se confunden en mi mente, murmuro unas palabras al vacío.
¿Cerré los ojos de nuevo? No tengo forma de saberlo, pues una penumbra interrumpe mi vista. Levanto mi brazo -o eso intento- pronto no siento mis pies, no siento mis manos. La vida se me escurre entre los dedos; siento como mi cuerpo se levanta suspendiéndose en el aire y oigo tu voz irritante a lo lejos, te oigo gritar. ¿Es mi nombre el que anuncias? No importa, de todos modos no es a ti a quién quiero oír haciéndolo resonar.
La verdad ya ni recuerdo cual era mi nombre, solo recuerdo la forma en la que él me solía llamar: “Amor mío...” susurraba todas las noches a mi oído.
Abro los ojos –o eso creo- y aunque se me dificulta la vista logro ver el frasco en el suelo.
¡Ah! Tal vez le puse demasiadas soluciones a mis problemas- digo en mi mente mientras todo da vueltas-.
Ahora bailo con la muerte, pruebo sus dulces labios y con mi último aliento: cierro los ojos y me dejo llevar pues contigo, eternamente, iré a soñar.
